Hablar de Diego Tristán es hablar, posiblemente, de uno de los delanteros españoles con más calidad de los últimos tiempos. Con fuerza, regate y capacidad de bajar balones imposibles, fuerte pero no exento de velocidad pese a sus 1,86 metros y con potencia en el disparo con ambas piernas que le convertían en el perfecto amante del gol. Pero, como en tantos otros casos, la mala cabeza y la afición a gustos alejados del deporte, desperdiciaron una carrera espectacular y contaminaron una figura que debería ser recordada por sus hazañas con el balón y no como ha quedado marcada ahora.
Diego Tristán nació en la Algaba (Sevilla) y pronto destacó en las categorías inferiores del Betis que le tenía como una de sus mayores promesas. Pero discrepancias a la hora de renovar, terminaron por dejarle apartado en el filial, y en estas apareció el Mallorca, dispuesto a pagar su clausula de 150 millones de pesetas y contratarle en el verano del 98. Así sucedió, con el correspondiente cabreo de Lopera que declaró la guerra al Mallorca e intentó los fichajes de Stankovic y Roa, además de presumir que hubiera vendido a Tristán por 25 millones por lo que el Mallorca había tirado dinero…
El caso es que Diego aterrizó en Mallorca para reforzar a un filial que por primera y única vez en su historia jugaría en 2ª división. Inmediatamente se convirtió en una de las sensaciones de la categoría y formaría una increíble delantera con Albert Luque, anotando 15 goles. Aun así, inexplicablemente ese conjunto descendería. El año siguiente lo comenzó con pleno derecho como jugador del primer equipo, y Fernando Vázquez confió en él desde el principio (No así el inefable Mario Gomez que duró dos jornadas). Tristán no defraudó, jugó 35 partidos, anotó 18 goles, más otros 5 en la copa de la UEFA, incluido el de la mítica victoria por 0-1 en el Ámsterdam Arena. El nombre de Diego Tristán estaba ya en boca de todos y su fichaje por un grande no se demoraría más de ese verano. Se rumoreó que era la baza electoral de Lorenzo Sanz para el Real Madrid, se le relacionó con varios conjuntos pero finalmente el que le contrató pagando 3000 millones de pesetas fue el Deportivo de Lendoiro. La cantidad más alta por un jugador español en ese momento.
Y en ese Deportivo, campeón de Liga, Tristán volvió a lucir su categoría. Disputó la Champions anotando tantos en los mejores estadios de Europa. Fue titular en el Centenariazo sobre el Real Madrid en el Bernabéu anotando un gol y dando el pase de otro. Anotó 19 goles en su primer año y 21 en el segundo alzándose con el trofeo pichichi. Ese 2002 se convirtió en el mejor año de su carrera. Y tenía que haber sido aun mejor ya que estaba llamado a liderar a España en el ataque formando delantera con Valeron y Raúl en el Mundial de Japón 2002… pero una lesión en la víspera impidió ver esa delantera y Tristán apenas pudo participar en su única gran cita con España. A partir de ahí, su carrera se resintió, golpeada por lesiones y la mala fama que ganaba fuera del campo. El 2003 sería su último año convocado con España (15 internacionalidades con 4 goles) y pese a que nunca bajó de los 8 tantos con el Depor, e incluso el ultimo año en Coruña anotó 12, su distanciamiento con Lendoiro y sobre todo con Caparros terminaron con una vinculación que había comenzado maravillosamente.
En 2006, y pese a tener dos años más firmados, el Deportivo le rescindió el contrato, y el Mallorca le ofreció la oportunidad de regresar al primer lugar donde había enamorado. Lendoiro, que no quería ver a Tristán con otra camiseta intentó impedir que se tramitara su ficha sin éxito, pero Diego fue recibido en Mallorca con ilusión. Sabíamos que no llegaría el mismo que se fue, pero si un delantero de calidad incuestionable y capaz de hacer gol en cualquier momento. Tristemente no fue así… jamás llegó a alcanzar la forma e incluso en enero se especulo con su marcha. Apenas tuvo 13 participaciones y no anotó ni un tanto. Un encuentro en el Calderón saliendo desde el banquillo y que terminó con empate a uno fueron sus últimos minutos en primera división en España… Las últimas jornadas ni siquiera aparecía en las convocatorias cuando el Mallorca nada tenía en juego y hubiera podido recibir un merecido aplauso. Pero no fue así y se despidió con lágrimas.
Tristán tuvo que buscar nuevas oportunidades fuera de España, donde poco crédito le quedaba. Y probó fortuna en el Calcio. Llegó al Livorno, donde tampoco le acompañó la suerte. Disputó 21 encuentros, y el equipo acabó descendiendo. Solo anotó un tanto en un partido ante la Roma. Después de eso, probó suerte en la Premier. Tras una primera fase del campeonato bastante gris con pocas apariciones y casi todas desde el banco, finalizó la liga con mejores sensaciones, siendo titular en varias oportunidades y logrando anotar 3 goles.
Tras esto, el pasado año, Diego quiso regresar a España y volver a mostrarse, y en estas aceptó una oferta del Cádiz de segunda división. Con los gaditanos recuperó algo de juego, anotó 8 goles pero no logró impedir el descenso de los andaluces. Este verano concedía una enternecedora entrevista en el As en la que decía “que no quería irse ya del futbol, su vida”. Pero de momento permanece sin equipo.
Es una pena su marcha y la imagen que va a perdurar de él cuando fue uno de los mejores futbolistas españoles de los últimos años. El futbol no ha sido del todo justo al no permitirle despedirse con una gran actuación, en un gran estadio, en los que no hace tanto enamoraba con su juego. ¡Suerte Diego!