Cuando inicié este blog estábamos en 2008. Era una previa entre el Mallorca y el Athletic que acabó empate a 0. Dos "amigos mios" Manzano (II) y Caparrós entrenaban a los equipos. Arango hacía goles, era el año de Cleber Santana, de Jurado, de los lamentables Lux-Josemi-Corrales.... Hace tanto de esto...
Ayer vi por vez primera al Mallorca en Segunda B. Sinceramente jamás pensé que ocurriría. Pero así son las cosas. Y merecidamente. Durante tantos años se hicieron tantas cosas mal, que al final hoy nos vemos aquí. ¿Pero sabéis que? Lo de ayer fue un grato descubrimiento. Una experiencia formidable y un gran finde con la penya xubasquero de Barcelona.
20 o 25 minutos después de acabar el partido. De salir los jugadores de un vestuario de polideportivo. Los jugadores del primer equipo empujaban las maletas y trolleys de viaje. Los llevaban por el camino de tierra que hay en el estadio. A un aparcamiento sin plazas reservadas para prensa y autoridades. Y los jugadores salían sin cascos ni auriculares en las orejas. Y se paraban a saludar, y devolvían el saludo. Y no lucían tatuajes por todo el brazo (de hecho, creo que los únicos especialmente tatuados, son los que a lo largo de su carrera llegaron a jugar en 2ª). Yo estas cosas no las recordaba... porque no las había visto.
No había visto un partido del Mallorca, en un estadio de una única grada de tribuna, de apenas 4 filas. Con una valla rodeando el estadio donde se agolpaban más aficionados. Con una piscina de pueblo, desde la que se veía el fútbol. Con un bar-restaurante, donde además ponen cerveza con alcohol. Donde pegas un berrido que escuchan perfectamente árbitros y jugadores, igual que tú les oyes a ellos.
Este año no nos preocuparan las convocatorias internacionales. Nadie en Madrid me dirá "este del Mallorca es bueno". No sé ni como conseguiremos ver los partidos. Pero es igual. Merecemos esta travesía por el desierto. Es necesario purgar todos nuestros pecados y volver a recordar este fútbol obrero. Este fútbol pretérito, tan alejado de Bernabeus, Wandas y Camp Nous. De volver a ver marcadores donde dice "local" y "visitante", de dorsales del 1 al 11 y sin cartelones electrónicos para informar de los cambios y de los minutos de tiempo añadido. De despejes que acaban fuera del campo o en la piscina.
De elogiar a gente que no había visto jugar en mi vida, a la presión de Alex López de Groot, de la seguridad de Joan Sastre, de la autoridad de Reina en la portería (¿El de la selección? ¿El camarerooooo? No, joder. Sois bobos), o del "héroe" Bonilla #contigoempezótodo. Los recuperados Pol Roige y Raillo. Y tener fe en viejas caras conocidas, Damiá que se ha quitado la a, Cedric, Abdón, el capitán Xisco Campos o el renacido Raíllo. Al que debería ser sobradamente el mejor de la categoría, Lago Junior). Estos, junto a los que me dejó (Marc Pedraza, Bryan Reina, Serrano y al tandem Moreno-Pendín, nos prometen un año entretenido y un encariñamiento con un fútbol, que hasta ahora pensaba que no vería jamás.
De todo se sale. Incluso de la Segunda B. Y con mejor cara.